La ciencia es clara: tenemos que eliminar progresivamente todos los combustibles fósiles en los próximos 25 años, si no antes. Es la única manera de alcanzar la ambición de 1,5 ºC que constituye el núcleo del Acuerdo de París.
Las promesas y compromisos voluntarios de la semana pasada no bastarán. En los dos últimos días, ECO ha leído no uno, sino dos estudios que lo confirman, tanto de la Agencia Internacional de la Energía como de Climate Action Tracker.
Para que esta Conferencia de las Partes sea un éxito, hay una línea roja clara: debe garantizar un acuerdo para abandonar de forma plena, rápida y equitativa la producción y el uso de combustibles fósiles, para eliminar progresivamente el petróleo, el gas y el carbón de forma justa, rápida, completa, financiada y para siempre. Esto debe formar parte de un paquete energético global, junto con la triplicación de la capacidad de las energías renovables y la duplicación del despliegue de la eficiencia energética, garantizando una reducción de la demanda total de energía, y permitiendo al mismo tiempo el acceso a la energía para todos. Un paquete que también ofrece derechos, participación y acción en el mundo real en el Programa de Trabajo de Transición Justa.
ECO se alegra de que haya un serio impulso para decir adiós a los fósiles e inaugurar un futuro renovable en el texto un día antes de lo previsto. Pero algunas de las naciones más ricas intentan aparentar que todos tienen el mismo papel, ocultando sus décadas de glotonería fósil y las carteras más gordas que les ha proporcionado. Sin un compromiso por parte de los países ricos de hacer y pagar lo que les corresponde para hacerlo realidad, el paquete energético no valdrá ni el papel en el que está escrito.
Los países ya endeudados por los efectos del cambio climático necesitan garantías de que recibirán la financiación necesaria para dar el salto a las energías renovables. Este éxito depende también de que los países desarrollados hagan sus deberes y cumplan con sus responsabilidades históricas, y financien una transición energética justa.
Que ECO sea muy claro: como siempre, la justicia es la clave de la ambición y de la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. En primer lugar, con referencias explícitas a los principios del Acuerdo y la Convención de París, el reconocimiento de la diferenciación y la financiación justa y la transferencia de tecnología que se debe a las naciones en desarrollo.
En segundo lugar, garantizar que los fundamentos de la acción climática se basen en la justicia social y que las naciones ricas respondan a las peticiones de los Estados en desarrollo en el PTCC.
Y en tercer lugar, en el GGA, comprometiéndose a abrir sus carteras en la «COP de finanzas» del año que viene o antes.
Algunas de las naciones más ricas dicen una cosa y hacen otra. Esto no es nada nuevo, por supuesto: ECO ha señalado que sólo cinco países ricos están en vías de ser responsables de más de la mitad de la expansión mundial de petróleo y gas de aquí a 2050, incluso mientras susurran seductoras palabras sobre la eliminación o reducción progresiva de los combustibles fósiles.
ECO no tolerará una transición energética que sólo sirva para agravar las injusticias existentes, y la realidad es que un acuerdo injusto o sin financiación para la eliminación progresiva significará que no habrá eliminación progresiva en absoluto.