Luego de su casamiento, Sahia se mudó junto con su marido y su suegro a su nueva casa en Singpur – un pueblo a las orillas del río en Bangladesh, a sólo pocos vientos de kilómetros de la capital, Dhaka. Ella había estado viviendo allí por un año cuando presenció el primer colapsó de su casa en el río. La erosión de las riberas del río usualmente ocurre de manera lenta, pero ocasionalmente un pedazo más grande de tierra cae de un momento al otro en el río. Cuando ella descubrió las profundas grietas en la tierra, comenzó a acarrear sus pertenencias y las de su familia hacia un lugar seguro. Horas más tarde, la casa había desaparecido.
Sahia y su familia se mudaron con los tíos de su esposo por un tiempo. Pero no pasó mucho hasta que esta casa también fuese tragada por el río. “Entonces nos mudamos a una casa abandonada, pero seguimos viviendo demasiado cerca aún del río” me dice Sahia en un tono preocupado.
El marido de Sahia’s era un pescador y su familia se mantenía de lo que el conseguía pescar. Un día, todo cambió. “Mi marido solía pescar algunos peces, pero cuando los peces se enfermaron, tuvo que dejar de hacerlo… últimamente, no hay ya casi ningún pez en el río” dice Sahia.
Una vez su principal ingreso dejó de mantenerlos, la familia se vio forzada a cambiar su fuente de ingresos. Decidieron migrar por estaciones a trabajar en una fábricade ladrillos en Aliganj,más lejos del río. Hoy en día, abandonan Singapur por seis meses cada año durante las estaciones de lluvia para evitar estar allí cuando su pueblo se inunda.
Cuando vuelven a Singapur, se las arreglan para vivir de sus ahorros de la fábrica de ladrillos. Su trabajo es duro y peligroso. Los niños se pierden la escuela para trabajar en la fábrica y es sólo cuestión de tiempo antes que alguien termine herido o enfermo a causa del trabajo arduo. Sus ahorros no mantendrán a la familia entera durante una crisis.
Sonja Ayeb-Karlsson, UNU-EHS Gibika Project