El Protocolo de Kyoto es un tratado democrático basado en el consenso. Al adoptar cualquier enmienda al Protocolo, los procedimientos tratan de mantener a todos felices asegurando que en cada esfuerzo se logre un acuerdo por consenso.
Pero cuando un país, o incluso algunos unos pocos países, están bloqueando el progreso, el PK permite que la modificación pueda ser adoptada «como último recurso» por una mayoría de tres cuartos. Las enmiendas por supuesto sólo entrarán en vigor para los países que hayan entregado sus instrumentos de aceptación, y eso significa que los recalcitrantes no pueden acceder a los nuevos beneficios que el Protocolo de Kioto pueda traer a partir de tales enmiendas.
En el contexto del problema del aire caliente AAUs (UCA), quiere decir que incluso si un país hipotético – llamémosle Pokrainssia – decidiera no aceptar o ratificar una enmienda que eliminaría las 13 GTon. de aire caliente, todavía mantendría sus créditos excedentes, pero sin un mercado disponible para ellos: tampoco habría mercado para comprar estos créditos. Para los que hubieran ratificado el CP2, y que tuvieran acceso a los mecanismos de Kyoto, habiendo nuevos QELROs en el anexo B, pueden haber acordado no comprarlos.
Sobre esto, ECO recuerda a los Estados miembros de la UE que (tal como lo acordara el Parlamento Europeo) las posiciones comunes sobre cuestiones ambientales deben, de acuerdo con los tratados de la UE, convenirse por mayoría calificada. Esto significa que los Ministros de una coalición de países progresistas puede mover a la UE de ser un cobarde indeciso a un bloque que apoye acciones que eliminarían gran parte de la brecha de gigatoneladas. Si esto ocurre y Polonia se niega a ratificar el Protocolo de Kioto CP2, será Polonia Polonia (y cualquier otra persona con igual mala voluntad) la que se convertiría en “el malo”, y no la UE en su conjunto.