El Mecanismo Internacional de Varsovia sobre Pérdidas y Daños (WIM) celebró ayer su quinto cumpleaños. En una ocasión tan auspiciosa, echemos un vistazo a sus logros.
El WIM se creó con tres elementos para su mandato: i) mejorar la comprensión; ii) facilitar la coordinación; iii) mejorar la acción y el apoyo (es decir, finanzas). Ha logrado algunos avances en los dos primeros – contactar con otros organismos y establecer un Grupo de trabajo sobre desplazamiento. Pero en cuanto a la mejora o movilización de las finanzas, el WIM está perdido en acción.
Es evidente que los países desarrollados han tenido miedo de las finanzas por pérdidas y daños – han pasado años asegurándose de que las negociaciones hablen de las finanzas lo menos posible y en las salas más pequeñas. Cuando se discutió sobre finanzas, se trató casi completamente sobre seguros para eventos extremos. Delegados, por favor tomen nota: ¡hacer que los países vulnerables paguen primas de seguro NO es financiación climática! Tampoco, en el mismo sentido, es hacerlos tomar préstamos para recuperarse de huracanes cada vez más fuertes y frecuentes, propulsados por el calentamiento de los océanos a causa de las crecientes emisiones de GEI.
¡Suficiente!
Hace rato que debió discutirse sobre las finanzas para enfrentar pérdidas y daños. El WIM debe estar completamente operativo en un mecanismo que pueda canalizar financiamiento a escala a los países vulnerables. Hay ideas innovadoras que podrían ayudar a generar financiamiento muy necesario. Un impuesto por daños climáticos a la industria de los combustibles fósiles podría recaudar US $ 300 mil millones al año de fuentes que están por encima y más allá de la OAD y la financiación para la adaptación – ambos cuales deberían aumentar. También podría recaudar fondos para una transición justa – ayudando a comunidades de bajos ingresos, como los ‘gilets jaune’, a la transición al transporte, energía y empleos libres de combustibles fósiles. Tales ideas tienen el potencial de desbloquear las negociaciones sobre pérdidas y daños. Un impuesto a los daños climáticos podría proporcionar financiación previsible a gran escala. ¡Vamos delegados, pongámonos serios con el que contamina paga y con la justicia climática para los más vulnerables que en última instancia es para todos nosotros!