Hospitales en pequeños pueblos polvorientos. Niños pequeños acostados en la cama junto a sus madres que muestran signos familiares de desnutrición severa. Algunos sobreviven, otros no. Níger es uno de los países más pobres de la Tierra con una de las tasas más altas de mortalidad infantil. Esto es el resultado de muchos factores, entre ellos, la pobreza endémica, el alto crecimiento de la población y la falta de educación sobre nutrición infantil. Sin embargo, es el clima extremo y las sequías recurrentes en esta vasta y árida franja de tierra las que continuamente han empujado a las comunidades al borde, exasperando y haciendo que los episodios como los descritos anteriormente sean cada vez más comunes. Níger es uno de los países más afectados por el cambio climático. Las estaciones lluviosas se han vuelto más cortas y difíciles de predecir, lo que desafía a las comunidades a sobrevivir con menor calidad y cantidades de alimentos y agua.
El cambio climático no es abstracto para nadie aquí, se ha convertido en una dura realidad con consecuencias reales y concretas en las comunidades. Cuando las lluvias no caen y las estaciones cambiantes afectan significativamente los cultivos y el ganado, la vida se vuelve increíblemente grave, especialmente para las personas más marginadas y vulnerables de la sociedad.
Pero esto es solo una parte de la historia.
Veo a mujeres y hombres en aldeas remotas de Níger que están ansiosos por usar mejores tecnologías y semillas mejoradas y resistentes a la sequía. Veo a mujeres que se organizan en grupos de ahorro y préstamo de la aldea para asegurarse de que tengan una fuente alternativa de ingresos para alimentarse y alimentar a sus hijos. Más que nada, veo gente dispuesta a adaptarse por el bien de sus comunidades.
Madres y padres que no quieren abandonar su aldea pero quieren hacer lo que sea necesario para quedarse en el lugar que han llamado hogar durante siglos.
Mi deseo es que los responsables de la toma de decisiones en la COP24 entiendan que la prevención de pérdidas y daños es la clave para garantizar que no se produzcan más daños irreversibles. Debemos salvar vidas. Ya no podemos esperar a que las comunidades se vean atrapadas por desastres provocados por el clima una y otra vez.
Amadou Dan Kouré, CARE Niger