Brasil, el lugar de nacimiento de la CMNUCC y hasta ahora un negociador de confianza durante las negociaciones del Acuerdo de París, está a punto de convertirse en pícaro climático. El presidente electo Jair Bolsonaro y su conjunto de ideas muy raras sobre el cambio climático y la selva amazónica se traducen en problemas en el futuro.
Bolsonaro todavía no ha asumido sus funciones, pero ya están avergonzados los delegados brasileños acá en Katowice por su retracción de organizar la COP25 menos de 10 días antes de la COP24. Sin duda, es una vergüenza, pero mantengamos positivos y pensemos en otras cosas: ¡imagínese que el presidente de una COP crea que el calentamiento global es nada más que una trama marxista para transferir poder a China! Sí, Ud. entendió esas palabras correctamente, y son de Ernesto Araujo, el entrante ministro del Exterior en Brasil.
Incluso si Bolsonaro no sigue los pasos de su mejor amigo Donald Trump y Brasil permanece en el Acuerdo de Paris, su gran visión para la selva amazónica es desgarradora: dejar control de desforestación, abrir la tierra indígena a los agronegocios y la minería, desechar las áreas protegidas, y reprimir a los activistas, por añadidura.
El costo para el clima sería nada menos que catastrófico: desforestación ya se ha aumentado por un 32% entre agosto y noviembre. Según científicos brasileños, esta cantidad podría crecer a unos 25.000 kilómetros cuadrados (casi lo equivalente a Bélgica) por año, con el resultado de unos 3 mil millones de toneladas de CO2. Dicho de otra manera, esto añadiría casi diez Polonias a la atmósfera – y seguro que arruinara cualquiera oportunidad que tiene el mundo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados.