El hecho que la Cumbre del Clima se celebre en Katowice, capital de la región de Silesia – literalmente una de las últimas regiones mineras de carbón que quedan en Europa – ofrece no solo un marco simbólico para esta reunión, sino que también plantea una cuestión fundamental. En estas negociaciones: ¿cómo podemos eliminar gradualmente los combustibles fósiles a tiempo para limitar el calentamiento a 1,5°C sin afectar a las personas y comunidades cuyos trabajos dependen de ellos? Una transición justa, si se gestiona correctamente, puede darnos un camino hacia un sistema 100% renovable a la vez que creamos mejores empleos, un futuro más justo para todos y una sociedad más igualitaria.
Hoy, el gobierno polaco está lanzando una «Declaración de Solidaridad y Transición Justa de Silesia».
Es difícil no leer esta declaración como para complacer a la multitud sin ninguna intención de seguir adelante con las acciones. A lo largo de los años, los gobiernos polacos han estado tomando sistemáticamente decisiones que contradicen su autodeclarado compromiso con un futuro energético más ecológico. Abundan los ejemplos. En el borrador de la política energética de Polonia publicada justo antes de la COP24, el carbón aún cuenta con el 60% de la combinación energética nacional en 2030. Además, el gobierno anunció recientemente la construcción de una nueva central eléctrica de carbón en Ostrołęka por parte de la empresa energética estatal ENEA , a pesar de la protesta del sindicato de trabajadores de ENEA, que exigió no invertir en el carbón y apostar por las energías renovables. En la cercana ciudad de Imielin, la comunidad local ha protestado contra una nueva mina de carbón duro, mientras que la gran mayoría de los polacos quieren una eliminación gradual del carbón y una transición a la energía renovable. El gobierno polaco planea continuar con la construcción de nuevas minas de lignito a cielo abierto, pese a la fuerte oposición de las comunidades locales y sus alcaldes. Tampoco ha desarrollado una propuesta concreta para apoyar a los mineros y las comunidades afectadas por la transición energética.
La transición de combustibles fósiles a una economía más verde es inevitable. Es hora que el gobierno polaco deje de ser hipócrita y comience a desarrollar un camino concreto hacia una transición económica justa que combine la ambición climática urgente, una eliminación total del carbón para 2030 y asegure los intereses de los trabajadores afectados y sus familias.
Para no permanecer sólo en un montón de palabras vacías, la Declaración de Transición Justa debe:
- apoyar la meta de 1,5C;
- considerar todas las comunidades afectadas;
- cubrir todos los sectores altos en carbono de la economía;
- tener los recursos adecuados, por ejemplo. a través de la redirección de los subsidios a los combustibles fósiles para permitir estrategias y programas sociales de T;ransición Justa
- administrarse geográficamente, conectada a la planificación del desarrollo regional debido a las nuevas oportunidades de trabajo: por ejemplo, en el sector de energías renovables, no siempre se crean donde se eliminan gradualmente los empleos de industrias pesadas antiguas, y;
- basarse en programas sociales; con nuevas inversiones antes de que ocurran los cierres.
Una Silesia sin carbón es tan esencial para descarbonizar Polonia como una Polonia sin carbón es esencial para descarbonizar Europa.
A menos que se tomen medidas concretas para apoyar a aquellos que podrían verse afectados por el cambio, las compañías de combustibles fósiles y otras personas con intereses creados en la industria del carbón utilizarán el argumento de los trabajadores y las comunidades para evitar acciones. Es por eso que, si queremos alcanzar los objetivos descritos en la Declaración de Transición Justa, todos los países que la apoyen deben comprometerse e implementar medidas para garantizar tanto la justicia social como la acción climática rápida y ambiciosa, incluyendo el aumento de los NDC.